¿Te atreves a pedir para conseguir tus objetivos?

¿Se te hace una montaña pedir y lo vives como una ardua obligación? ¿Al pedir sientes vergüenza, pavor y espanto? ¿Estás frustrado, estresado y agotado y esto te bloquea? Cuando esto sucede se genera en nosotros una energía horrible propia de los fanfarrones vende motos y egocéntricos que atropellan las relaciones.

¿Quieres superarte y mejorar al pedir para hacer realidad tus ambiciosos objetivos? Yo he vivido este tiovivo de emociones. La buena noticia es que puedes darle la vuelta a la tortilla y dejar de abordar las peticiones con falsedad y frialdad para vivirlas como un arte humano, auténtico y con consciencia para lograr los resultados.